El Cádiz CF volvió a levantar el Trofeo Ramón de Carranza 2025, aunque esta vez tuvo que ganárselo con sudor, nervios y una tanda de penaltis que parecía no acabar nunca. Empate 1-1 contra el Córdoba y… ¡siete lanzamientos desde los once metros! Aquello más que una tanda parecía un examen de conducir: largo, tenso y con momentos de “madre mía, que no lo pasamos”.
Gaizka Garitano aprovechó para ir enseñando sus cartas de cara a la Liga. En el once, defensa de cuatro delante de Víctor Aznar: Iza Carcelén por la derecha, Kovacevic e Iker Recio en el centro y Mario Climent por la izquierda. En el medio, el “dúo africano” Diarra y Moussa, con De la Rosa y Ontiveros en las bandas, Suso de mediapunta y Álvaro García Pascual como el nueve encargado de meter miedo.
El partido empezó fuerte… sobre todo por parte del Córdoba. Carracedo, por su banda, se convirtió en un cuchillo jamonero, cortando defensas sin piedad. Ontiveros debía ayudar a taparlo, pero se tomó la primera parte con más sombras que luces, como un interruptor medio roto.
Entre las buenas noticias, el regreso de Suso como capitán, dueño y señor del balón parado. Su zurda dejó claro que esta temporada puede regalarnos momentos mágicos. El Córdoba fue el primero en inquietar a Aznar, pero el portero respondió. La réplica amarilla llegó en una falta ensayada que Suso reventó abajo, pero Marín voló para negarle el gol.
El césped, recién puesto y con arena para aburrir, no ayudaba a nadie. Aun así, los de Iván Ania parecían un pasito por delante, buscando a Guardiola y Álex Sala, que tuvo dos oportunidades para inaugurar el marcador.
La primera parte acabó con un Cádiz más animado, pero De la Rosa desperdició dos ocasiones con su pierna mala… y se notó.
En la reanudación, Garitano decidió cuidar a Suso —la joya hay que mimarla— y le dio entrada a Brian Ocampo, pasando Ontiveros al centro. Y mira tú por dónde, el malagueño se inventó un pase medido para que Mario Climent, tras dejar atrás a su rival, marcara el 1-0 con una calma impropia de un lateral.
Con ventaja, el Cádiz jugó más cómodo, pero el cansancio empezó a abrir huecos. Aznar volvió a lucirse sacando un centro envenenado de Carracedo, demostrando que la portería está en buenas manos.
Y cuando parecía que el Carranza se quedaba en casa sin sobresaltos… minuto 84: Kevin Medina saca un chut desde la esquina del área, Aznar no consigue blocar y Guardiola, el ex cadista, la empuja a placer.
Todo se decidió en los penaltis, con el corazón en un puño y la grada mordiéndose las uñas. Roger falló por el Cádiz, pero Guardiola e Isma Ruiz hicieron lo mismo para el Córdoba. Al final, el trofeo volvió a manos amarillas, con una tanda que los valientes que la vivieron recordarán… al menos hasta el próximo verano.
ENFRENTAMIENTOS
